INTIMIDAD

Palabras a golpes de fuego.
Sensaciones que explotan por emerger.
Opresión en el pecho por sentir.
Lo bueno y lo malo de ser yo.

sábado, 7 de enero de 2012

Mudanza y desconexión


Queridos todos y todas,

ESTOY DE MUDANZA

Eso significa que todas las palabras, letras, frases, puntos y comas las tengo que meter en cajas para poderlas llevar a un lugar nuevo, distinto, diferente.. y una vez allí, ponerlas en orden, en algún lugar específico, concreto... y todo eso, lleva su tiempo, sobre todo para alguien como yo tan "puñetera" para casi todo.

También os comunico que dejo atrás mi conexión a internet por una temporada... que no tengo ni idea de cuánto tiempo durará. Seguro.. segurísimo que la echo de menos.. y a vosotros y vosotras más. Pero es lo que hay. Y hay que adaptarse al momento que se vive en cada momento.

Así pues... aunque últimamente mi actividad era a cámara lenta en este lugar, ahora posiblemente lo sea un poco más... o no.. quién sabe.. jajajjaja

Os dejo un tiempo y os llevo conmigo, dentro de mí, en mi alma, en mi mente, en mi corazón. Formáis parte de mi vida queráis o no. Lo siento. Es lo que tiene este pequeño fantástico mundo de los blogs. Se crean familias y amistades que aunque no las veas casi nunca, sabes que están ahí. Así os siento yo.

Sed felices siempre, conmigo y en mi ausencia.
Volveré, eso seguro... pero cuidarme la casita hasta mi regreso, que luego se acumula el polvo y no hay quien lo saque.

Besos y axuxones made in yo para todo el mundo!

Hasta... cuando sea!!!!

domingo, 18 de diciembre de 2011

Pero...


Sigo en pie, viva.
Pero cada nuevo golpe debilita más.

Mi corazón está fuerte aun,
Pero tanta cicatriz lo tiene un tanto maltrecho.

Amo, sigo amando,
Pero con un halo de tristeza en estos momentos.

Me siento amada, sí,
Pero hay veces que no basta con saberlo.

Vivo el aquí y el ahora,
Pero cuánto pesa el pasado y como asusta el futuro.

Hoy.

domingo, 20 de noviembre de 2011


Extrañezas de la vida.
Cuando nacemos dependemos totalmente de nuestros cuidadores, normalmente los padres. Siempre hay una figura que represente la vida. El asidero a través del cual podemos alimentarnos, asearnos, abrigarnos.
Pero cuando vamos creciendo, nos hacemos conscientes, observamos nuestra propia individualidad y nos dirigimos a levantar las alas y volar libres. Tenemos la necesidad de vivir nuestra propia vida, seguir nuestros propios pasos y experimentar en su plenitud los pros y los contras de ser UNO/A.
Cuando nos independizamos nos cuesta mirar atrás y ver con otros ojos a esas personas que en nuestra niñez cuidó de que nuestros pasos fueran fuertes y seguros. Miramos al frente, ante lo que se nos avecina y eso concentra toda nuestra atención para salir a flote y a buen puerto en nuestro devenir.
Seguimos caminando y llega un momento (a veces no llega) que sentimos dentro la necesidad de prolongar nuestra propia existencia con la creación de un nuevo ser.
Ahora somos nosotros los que hemos de alimentar, asear, abrigar a ese ser indefenso que necesita el sustento necesario para ponerse en pie, andar y por último volar.
Y pasamos de ser el que no mira atrás viendo lo que deja cuando emprende el vuelo, a ser el que mira atrás para darse cuenta que en su momento alguien se quedó en el pasado, a veces incluso en el olvido. Nos ponemos en la situación del otro porque nos toca vivir desde la postura del otro que fue.
Es extraño sentir como cuando nuestros hijos vuelan es cuando más nos damos cuenta de lo que nuestros padres sintieron al vernos volar.
La vida se empecina en enseñarnos lecciones a años vista de lo que fue una realidad que vivimos desde un lugar distinto al que vivimos ahora desde el aquí.
Ahora que soy madre me doy cuenta de quien fui siendo hija.
Extraña visión de la vida.
Eso me hace ver que todo es un proceso solitario que solo uno vive desde este momento presente dándose cuenta de quien fue y hacia donde va.
Nadie más que una misma puede sentir y percibir lo que le toca a cada momento.
Pasos solitarios que van en la misma dirección de todos los demás pasos solitarios que habitan esta vida.

jueves, 17 de noviembre de 2011


Remonto mi mirada al pasado cercano, al mediano, al lejano... y hay que ver la cantidad de cosas que me han tocado vivir. Supongo que como a todo el mundo, pero yo he de ser consciente de mis propias vivencias... en definitiva, son ellas las que me configuran día a día.
Y la cuestión es que muchas veces no somos conscientes de esa vivencia, hasta que ha pasado el tiempo. Y yo ahora veo ese pasado próximo. Empiezo a ver con claridad porqué y para qué he vivido cada una de esas circunstancias.

Han habido alegrías, por supuesto. Algunas grandes (pocas) y muchas pequeñas. Sobre todo, muchas diminutas alegrías que me han hecho de colchón para contrarrestar las caídas que he tenido. He reído y sonreído. En mi cara se han dibujado sonrisas conscientes, pícaras, escandalosas, discretas... ahí han estado y ahí siguen estando, en la memoria de mis células. Al igual que los daños.

Daños directos e indirectos. Daños certeros y colaterales. Heridas sangrantes y algunos rasguños. Como no, todo eso es lo más difícil de sobrellevar. Pero también, todo ello es lo que más ha contribuido a trabajar en mí misma, en avanzar, en crecer, en madurar. Las lágrimas han servido para aligerar mi alma cuando el pesar era tan grande que no cabía dentro. El silencio me ha ayudado a conectar con mi interior... no me preguntes qué he encontrado.. no lo sé, aún no lo sé... pero sé que he estado conmigo misma ahí, en mi interior. Acunándome, acariciándome, lamiéndome las heridas, y al final amándome. Y ha sido curioso. En ese estar dentro de mi y conmigo, se ha despertado una conciencia externa de empatía con el resto de la humanidad. No voy a sufrir el sufrimiento del otro: eso ya sé que solo se vive en primera persona. Pero soy consciente de su sufrir. Y tampoco voy a disfrutar de las bendiciones del otro, porque el otro tiene sus propias bendiciones, como yo tengo las mías. Pero sí siento que nadie es responsable de mi vida. Nadie ha decidido por mi. Yo soy la única que toma sus propias decisiones. Y también quien disfruta sus propias victorias.

En la rotura que se produjo en mi muñeca, se rompieron muchas otras cosas. Ha sido duro vivir esa experiencia. No creo que estuviera preparada para ello. He tenido miedo, tristeza, desolación... Pero ahora creo que se está realizando lo que imaginaba (o visualizaba, o soñaba) que significaba "romperme". Mi mundo se ha roto... y eso no es nada malo, al contrario. NAZCO A UN MUNDO NUEVO. Y eso me parece maravilloso. Y en ese estado me encuentro. Naciendo de nuevo, con ojos nuevos, con esperanzas renovadas, con anhelos y sueños nuevos (sobre todo, porque ahora creo que puedo soñarlos y anhelarlos).

Pinto de colores mi nueva casa. Mi hogar interno se llena de flores como si de primavera se tratara. Y abro las ventanas para que entre aire nuevo. Y se renuevan las palabras... PUEDO.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Ya se verá...


Ahora ya no puedo cerrar más los ojos a la realidad:
Nunca llegaré a ser una escritora famosa ni reconocida... No. Nunca.
¿Qué respondería en las entrevistas cuando me preguntaran por quién me inspira si no soy conocedora de la mayoría de escritores/as?
¿Cómo podría introducir en una conversación algún fragmento de mis libros más conocidos o queridos o seguidos si no memorizo nada de todo lo que leo?
Escucho entrevistas en la radio a escritores y escritoras... y yo, soy diferente a ellos/as: no tengo esa seguridad en las respuestas... y no creo que nunca la tenga. Solo se lo que se, lo que pienso y siento... y cómo lo reflejo en mis escritos, con mis palabras, con mis formas... ni novela, ni poesía, ni ensayo... ¿ésto qué es? Y claro, así, ¿cómo me voy a dejar entrevistar?

No tengo mucho que decir. No tengo casi nada que contar.
Hasta hace muy poco, mi vida me parecía digna de película... por lo menos, peculiar dentro de su simpleza.
Ahora, ya no vale nada como para poderlo reflejar.
Soy una persona vulgar, común y corriente... que lo único que le interesa es trabajar para pagar facturas; tener una estufa para calentarse en invierno; una televisión a la que NO observar cuando se quiere evadir; quien habla mucho y dice poco... solo lo convencional.

Y sin embargo... aun queda una esperanza.
Un pequeño guiño. Un empujón de cara. Un ánimo importado de quien me quiere animar. Un cansancio de no hacer lo que tendría que hacer en vez de hacer lo que estoy haciendo. Y todo ésto, sin pestañear... No sé si solo son las altas horas de la madrugada... o que algo empieza a cambiar.

Se verá...

domingo, 9 de octubre de 2011

Esperando el final.


Tengo 92 años.
Mi mujer murió hace dos meses.
La fuí a despertar, como todas las mañanas después de hacer el café... y no respondió, no me contestó.
Estaba fria, helada, con un helor que no noté mientras dormía a su lado por la noche.
La contemplé un rato.
Su cara reflejaba una paz como si nunca hubiera sufrido nada.
Y me dejó.
Sabíamos que cualquier día, cualquiera de los se se marcharía. Estábamos preparados pero eso no quitó esta sensación de vacío, de soledad.
Se fue. Y ya de ella no queda nada. Casi no quedo ni yo.
A mi edad, lo único que queda lúcida es mi razón. Mis ojos casi ya no ven. Mi cuerpo está todo tembloroso. La respiración apenas llega al pulmón.. mucho menos al corazón. Pero sigo consciente, despierto, presente en todo lo que ocurre a mi alrededor... y en mi interior.
Y ahora ya, sí que no pasa nada.
Los hijos decidieron lo que era mejor. Aquí estoy, en este geriátrico, atendido, cuidado y... muerto.
Muerte es lo único que me espera.
Estando con ella, con la que se fue y me dejó, el uno por el otro era como una obligación querer vivir. Y ahora ya no queda nada.
Solo pasas los días... vegetando.
Y esperando que cualquier día caiga sobre tu cuello la guadaña del vigilante del más allá.
Ya no aspiro a nada. Ya no hay nada que pueda madurar. Lo que tenía que hacer, lo hice en vida, cuando había que hacerlo, con ganas y fuerza. Ahora, ya no queda nada.
Y me pregunto tantas veces:
¿Para qué vivir una vida tan larga? ¿Qué hay más que hacer cuando en verdad no queda nada por hacer?
Toda la vida aprendiendo (ahora no sé el qué), corriendo (como carrera de obstáculos para no llegar a ningún sitio), intentando vencer la apatía, el desánimo, el cansancio, el miedo a no hacerlo bien...
Primero los estudios, el trabajo luego. Llega una mujer y con ella, al poco, los hijos.... después los nietos.
Dejas de ser útil y sigues andando, por miedo a caer, sin saber hacia donde, hasta cuando...
Y al final ves que nada es para tanto. La vida no es para tanto. Tantos miedos, tantas preocupaciones, tantas ambiciones... cuando llegas al fin, no queda nada. Seguro que si hubieras vivido una vida diferente, posiblemente llegarías igual a donde yo ahora me encuentro: en la recta final, a la espera del último viaje.
Las risas y los llantos vienen y van como las estaciones del año sin que las puedas evitar... y que nada dura cien años.
Que llega un día en que solo vives esperando el día que te tengas que ir. Y que le temas o no a ese paso, el dolor está aquí... no al otro lado.
¿Será hoy? ¿Será mañana? Que triste espera cuando ya no queda nada.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Amar



Las cosas no acaban de estar bien...
Nada está en su sitio y parece retroceder antes que avanzar.
Complicaciones, dificultades, tristezas, sin sabores...
Todo pinta mal.


Sin embargo, en este momento, de forma inconsciente, pero haciéndome consciente, me doy cuenta que solo hay algo que pueda hacer y que contrarreste toda la oscuridad que me envuelve, que nos envuelve:


AMAR

Sí, sí... Amar. 
Poner tu mejor cristal en la mirada.
Conmoverte por quién emite rabia, dolor, miedo, frustración... y envolverlo en un pensamiento lleno del Amor más puro y bello que puedas elaborar.
Ante la incomprensión, soberbia, prepotencia... escuchar, con paciencia, sin dejarte influenciar, y si te permiten a ello, expresar Paz con todo el Amor que todo el mundo se merece. No hace falta entrar en una dialéctica con quién no quiere escuchar... tan solo soltar al viento semillas de Cordialidad, Respeto y Amar.... con el Alma Amar... con las entrañas Amar...  con las fuerzas que nos queden, Amar.

No soy ingenua. Se que existe mucha maldad. Conozco todas las dificultades que torturan a la humanidad. Sufro si me pongo a empatizar. 
Pero así no gano nada. Así no puedo ayudar.

Pongamos nuestro granito de arena y subamos la vibración Amorosa del Planeta. Parece que puede no ser nada, pero reto a quién lo quiera comprobar. 

Muchos granos de arena, pueden acoger un mar.

Regalos que recibo