Nacemos.
Un día alguien decide abrirnos las puertas de la vida y llegamos con las manos vacías y el corazón hambriento.
Vagamos de un segundo a otro en una constante búsqueda de no se sabe que cosa.
Nos regodeamos en la ambición oculta en el subconsciente absurdo.
Cuando ganamos en canas y perdemos en ganas, parece que algo vamos aprendiendo.
Los deseos se relajan y la ansiedad deja paso al tedio.
Galopamos en sueños y no somos capaces de caminar en el sendero, al abrigo de los árboles que plantamos de pequeños.
Una vez todo ello resuelto nos vemos paseando entre los difuntos que conviven entre nosotros.
Tan solo el cerrar los ojos. el no ver el viento, el dejar en paz los pensamientos, nos trae a la memoria que solo nacemos por dentro.
P'afuera ya llueve lento.
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