Hace tan solo un rato llegué de mi reunión con los lunáticos.
Encendí el ordenador ansiosa para poder escuchar un regalo que me han hecho esta noche.
Un regalo muy especial: una persona que apareció la luna pasada, como surgiendo del fondo del mar, buscando (y encontrando) gente con la que poder conectar para poder decir adios, cerrar el capítulo de su estancia en esta parte del pais, me regala una grabación con su voz bajo el embrujo de la música sin música, solo su voz.
Ese hecho en sí, ya es un precioso regalo. Algo de lo que ya he disfrutado al oirla y que volveré a oir una y otra vez hasta que su voz se me meta dentro, con esa letanía de palabras enlazadas en dulzura, melodiando la frecuencia del viento.
Pero la emoción que he sentido ha ido más allá. Me he sentido inmensa cuando con su voz dulce y armoniosa me explicaba que había grabado ese CD para otra persona, pero que una vez lo tenía hecho se ha dado cuenta de que era para mí. Que recordaba en nuestro anterior encuentro mis palabras de comprensión, de sentirse acunada en su soledad desconsolada. Evidentemente mi ego ha subido hasta el lagrimal y me ha lanzado humedad desde el vientre, pero me lo permito. Necesito permitírmelo en este tiempo en el que creo que voy a desaparecer en cualquier momento.
Esa mujer, ese pedazo de cielo me ha hecho llorar esta noche. Mi forma de expresar gratitud ha sido fundirme en una de mis únicas herramientas, como son mis abrazos. Y me lo ha correspondido con la misma entrega y sentimiento con el que yo lo estaba viviendo.
Gracias Marisa, por existir, por aparecer, por que ya sé, que aunque te vas lejos, siempre estarás. Sé que nos volveremos a ver, por que al menos yo, iré a buscarte para verte a tu tierra preciosa, de la que estoy enamorada. Marisa, recuerda aquel cuento que te he contado: Somos buscadoras. Que no quiere decir que encontremos, pero siempre buscamos. Y ese es nuestro camino. Y esa es nuestra aceptación... Y tu búsqueda, que también es la mía, la recibiremos dosificada para que siempre tengamos el ánsia de buscarla. Pero los años nos ayudaran y podremos disfrutar de ella cada día más. Hoy siento que aunque cueste, aunque sea duro el camino, aunque no siempre pueda sentirlo asi, siento paz, sosiego, calma y serenidad en mi alma.
Gracias hermana.
Encendí el ordenador ansiosa para poder escuchar un regalo que me han hecho esta noche.
Un regalo muy especial: una persona que apareció la luna pasada, como surgiendo del fondo del mar, buscando (y encontrando) gente con la que poder conectar para poder decir adios, cerrar el capítulo de su estancia en esta parte del pais, me regala una grabación con su voz bajo el embrujo de la música sin música, solo su voz.
Ese hecho en sí, ya es un precioso regalo. Algo de lo que ya he disfrutado al oirla y que volveré a oir una y otra vez hasta que su voz se me meta dentro, con esa letanía de palabras enlazadas en dulzura, melodiando la frecuencia del viento.
Pero la emoción que he sentido ha ido más allá. Me he sentido inmensa cuando con su voz dulce y armoniosa me explicaba que había grabado ese CD para otra persona, pero que una vez lo tenía hecho se ha dado cuenta de que era para mí. Que recordaba en nuestro anterior encuentro mis palabras de comprensión, de sentirse acunada en su soledad desconsolada. Evidentemente mi ego ha subido hasta el lagrimal y me ha lanzado humedad desde el vientre, pero me lo permito. Necesito permitírmelo en este tiempo en el que creo que voy a desaparecer en cualquier momento.
Esa mujer, ese pedazo de cielo me ha hecho llorar esta noche. Mi forma de expresar gratitud ha sido fundirme en una de mis únicas herramientas, como son mis abrazos. Y me lo ha correspondido con la misma entrega y sentimiento con el que yo lo estaba viviendo.
Gracias Marisa, por existir, por aparecer, por que ya sé, que aunque te vas lejos, siempre estarás. Sé que nos volveremos a ver, por que al menos yo, iré a buscarte para verte a tu tierra preciosa, de la que estoy enamorada. Marisa, recuerda aquel cuento que te he contado: Somos buscadoras. Que no quiere decir que encontremos, pero siempre buscamos. Y ese es nuestro camino. Y esa es nuestra aceptación... Y tu búsqueda, que también es la mía, la recibiremos dosificada para que siempre tengamos el ánsia de buscarla. Pero los años nos ayudaran y podremos disfrutar de ella cada día más. Hoy siento que aunque cueste, aunque sea duro el camino, aunque no siempre pueda sentirlo asi, siento paz, sosiego, calma y serenidad en mi alma.
Gracias hermana.
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